martes, 15 de marzo de 2011

Quignard: la Odisea del lector desaparecido

Sí: Quignard es excesivo. Es barroco. Su prosa resulta afectada, a veces parece una pose innecesaria; a veces labrada por la ingenuidad del sabio.

En este caso, a pesar de todo eso -o además de todo eso- nos regala algunas de las más penetrantes reflexiones jamás escritas sobre la lectura:

El libro es la ausencia del mundo. A la ausencia del mundo que es el libro se suma esa ausencia del mundo que es la soledad. El lector está dos veces sólo.

Quien lee a libro abierto, lee a mundo cerrado.

Una vez en la gruta el ojo único del lector lo más cerca posible del volumen, el ojo único se aniquila. El nombre del lector es Nadie.





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