lunes, 28 de febrero de 2011

¿Quién es Volodine?



Cuando digo Volodine, estoy pensando principalmente en uno de estos cuatro escritores: Lutz Bassmann, Manuela Draeger, Elli Kronauer y Antoine Volodine.
Crónica posmoderna de la desolación que, tras una tajadura en el abdomen, se introduce entre tus vísceras, revuelve tus intimidades y asciende hasta la aorta para estrujarte el corazón.
Eso es Ángeles menores.
Asomarse al abismo de una Nada cartografiada desde la minuciosa interconexión de instantes inexplicables que sólo adquieren parte de su significado cuando cierras la última página de este libro único.

Leed los libros de Fred Zenfl, los libros sin fin así como aquellos que escribió hasta el final y cuya última página siempre está penosamente embadurnada de sangre y de hollín, leed las novelas que ha copiado a veces en dos o tres ejemplares para distribuirlos a los aficionados, algunos continúan su estancia quizá en una u otra fosa común, son fácilmente accesibles si se raspa la ceniza que les rodea y si se separa la cal viva que los impregna y si no se preocupa uno de sus propios sollozos, algunos otros flotan aún entre dos aguas verduzcas, bajo la superficie de sus sueños o los vuestros, leedlos aunque ya no sepáis leer, queredlos, a menudo describen los paisajes de la abyección donde han obligado a respirar a aquellos que habían atravesado vivos la abyección, también encontramos en ellos bonitas escenas de ternura sensual, son novelas que, pese a todo, de vez en cuando no renuncian a la luminosidad de las fidelidades amorosas y del recuerdo, son libros construidos sobre lo que queda cuando no queda nada...

Leed los libros de Volodine-Bassmann-Draeger-Cronauer...

Catarsis island

Tras una de mis habituales visitas al blog de Juan Francisco Ferré, me fui directo al Google para saber algo más de David Vann.
Y después de explorar un rato, llamé inmediatamente a mi librería habitual para encargar un ejemplar de Sukkwan Island, encontrándome con la sorpresa de que disponía de una docena de ejemplares.
Esta claro que David Vann ha conseguido dar la vuelta a un destino brutal. Y lo ha hecho sobre el papel, arrancándose a sí mismo esta estupenda narración, pero también en su propia vida, que según cuenta en la red parecía haber llegado a un pozo sin fondo.

Los sinsabores del verdadero Bolaño

Leer a Bolaño es para mí reencontrarse con eso que yo llamo Escritor con mayúsculas pero que no sé definir en absoluto. Por eso me lo dosifico. De tanto en tanto, me meto entre las páginas de un Bolaño. Y voy despacio, porque a no mucho tardar me habré quedado sin mas Bolaños. Y lo cierto -por desgracia- es que la lista de Escritores con mayúsculas no es lo que se dice nutrida.

No me interesa la polémica que parece rodear el nuevo manuscrito rescatado por Anagrama. Para mí, este libro es más novela que muchos -muchísimos- que se proclaman tal cosa. Pero también es cierto que no conviene leerlo sin haber leído al menos 2666, de modo que el aliento mítico de lo que considero una de las mejores novelas jamás escritas pueda envolver este texto evidentemente inconcluso pero que supura genialidad por todas sus heridas.

domingo, 13 de febrero de 2011

Desde el otro lado (I)

Comprenderás que por referencias comunes, cercanas y emocionales, me quede con la referencia del libro de Pérez Andújar.


El hecho de recordar, de resentir –volver a sentir- una breve pero intensa bocanada de sonidos de nuestro pasado, los mismos lugares, las mismas punzadas bajo la piel, la misma infancia descarnada, me sacude y me arranca una sonrisa cómplice.


Y me da por pensar que el paso de los años nos sorprende un buen día y todo aquello que vivimos y a lo que sobrevivimos, y que había estado esperando agazapado en algún lugar de nuestras tripas, revienta como carne de literatura. Y a uno no le queda más remedio que escribir.


Escribir desde el dolor de la memoria…


Un abrazo.

Antonio.

sábado, 12 de febrero de 2011

Providence

Rescato a partir de ahora algunas lecturas más lejanas que merece la pena recuperar.
Reproduzco aquí mis correos a Juan Francisco Ferré enviados durante el proceso de lectura de su magnífica Providence, que posteriormente Juan Francisco tuvo la amabilidad de reproducir en su suculento blog La vuelta al mundo (http://juanfranciscoferre.blogspot.com/).

1.

Saludos, Juan Francisco.

Acabo de terminar el primer nivel de Providence.
Aunque leí algunas reseñas antes de empezar con ella, reconozco que no la compré por las flores que le echaban, ni tampoco por haberle gustado a Herralde. Lo hice porque Lovecraft está en la portada... y porque me fio mucho de mi intuición y olía ese aire especial que tienen las novelas con mayúsculas, esas en las que uno echa los restos.
Sé que estoy sólo en la antesala, pero me encanta tu ironía y la promesa que empapa estas primeras páginas de que nos aguarda algo grande, algo que no vamos a olvidar nunca...

2.

Nueva intromisión.

Tras esa genial vuelta de tuerca con que acaba el segundo, acabo de ingresar en el tercer nivel de tu, no sé si llamarla Hipernovela echando mano de algo que parezca estética ciberpunk, o retomar aquellas entrañables escenificaciones del "Boom" calificándola de Novela totalizante; en cualquier caso, como te adelanté, Novela con Mayúsculas, que es lo mismo que Expedición de Búsqueda, si no del tiempo perdido, quizá de algún pedazo de nuestro ser.

Más allá de las piruetas conceptuales de Jesús Andrés, más allá de las evidentes constataciones de Masoliver Ródenas y de los circunloquios multiculturales de Goytisolo, e incluso del hecho de compartir innumerables referentes cinematográfico-musicales-literarios, lo que me mantiene atado a su lectura es algo mucho más... llamémoslo primario: hacía mucho tiempo que una novela no me inquietaba: la organización del texto, esa mirada -tan de "Arrebato"- que obliga al lector a transformarse en voyeur pasado por el filtro de De Palma, el montaje -que deja caer los hilos de la narración y los retoma de modo aparentemente caótico-, la exacerbación de la ironía, el detalle aparentemente insignificante de que las "tomas" no sean correlativas, como sugiriendo textos invisibles, desarrollos alternativos, abandonos fantasmáticos...

El lenguaje está envenenado, las palabras podridas, el diálogo corrompido, ¿cómo escapar del bucle?...

Me siento tentado de contestar: escribiendo -porque escribir no es meramente utilizar el lenguaje, amontonar palabras, construir diálogos... escribir es alimentarse de todo eso para huir o para buscar ¿quién decide de qué lado miramos el asunto?

Quizá vuelva.

3.

Toma descartada, 9:

De: Mike Ryan
Para: Darth
CC: JFF.
Enviado el: 01/01/Año Uno
Asunto: Lo innombrable

El vacío.

Para nuestra desesperación, eso es lo que encontramos al finalizar una gran novela.
Pero, ¿puede decirse esto de una novela que no respeta las reglas del principio-desarrollo-final? ¿Puede uno en propiedad afirmar que ha terminado de leer una novela acribillada de trozos de vacío, de agujeros narrativos, de saltos y tomas repetidas y personajes perdidos y autorreferencias en espejo y caminos desechados o sugeridos y tiempo retorcido?
El viaje que usted propone, mi querido Darth –mi temido Darth-; el viaje que hicimos en un tiempo jamás recobrado; el viaje en que estamos inmersos ahora y para siempre; es el viaje al vacío porque nunca se llega a destino, un viaje sin motivo porque el motivo es el tiempo, una parada eterna debido a algún fallo en los dispositivos de una nave milenaria que debió saltar al hiperespacio y se quedó suspendida en ninguna parte, por capricho de una tecnología obsoleta o excesivamente complicada para la insana simplicidad de nuestros sueños.

¿Qué hay más allá de esa intemporalidad?
Algo que no tiene nombre pero que intuimos y que tratamos de tocar, de comunicar mediante la hiperescritura. Curiosa la mención –en este intercambio de mensajes electrónicos- de Calvino y Perec. No sólo por la sugestiva circunstancia de que la última toma de PVD ostente el número 99 y esa sea la cantidad de capítulos de La vida, instrucciones de uso, como una –dice Calvino- “fisura a lo inconcluso en un libro ultradeterminado”. Lo más sugestivo es el hecho de que la descripción que Calvino hace de su última propuesta para el milenio –la multiplicidad- parece corresponder a un retrato-robot de Providence: ¿no es Providence esa “novela como una gran red”, esa “máquina de multiplicar las narraciones” partiendo de iconos multisignificantes, una obra “concebida fuera del self”?

No me cabe duda de que JFF es un viajero hacia el vacío que nos ha legado una enorme propuesta para el milenio en curso plagada de “fisuras a lo inconcluso”, un explorador del abismo –que decía Vila Matas que dijo Kafka pero no lo dijo; aunque a efectos de escritura, ¿importa?

Aquí me detengo.
Pulso enviar y a continuación hago click en el icono Cthulhu.

martes, 8 de febrero de 2011

Una vez más, Bolaño


Me adentro en el texto con el impacto de 2666 disparos de emoción en mi espíritu.
Y por las noches: los sinsabores del policía de ficción... comienzo mi primer libro de Jo Nesbo.

Quignard y la música del alma

Quería que mi primer libro de Quignard fuese este.
Quizá las manos de Jordi Savall acariciando una viola en los altavoces de mi estudio...
Quizá la promesa de voluptuosas emociones contenidas en breves trazos.
Quizá esa estructura a la manera de los trípticos en la que se recorren tres épocas y lugares distantes.
Pero Quignard no es -aquí- un narrador total como prometían sus analistas.
Quizá tarde en volver a él.